Por: Psic. Graciela González Correa.
Lo primero que debes hacer es conectar con tu propia infancia, reconocer las heridas y carencias. Analizar ¿cuánto han sanado?.
Nuestros padres y nosotros, fuimos educados con castigos corporales, pero de ninguna manera se debe justificar un golpe.
La mejor manera de poner normas en casa:
1. Explicarles a nuestros pequeños lo que se espera de ellos y por qué es importante que hagan lo que se les pide.
2. Cuando tienen más de seis años, se pueden hacer acuerdos con ellos sobre las normas de la casa y las consecuencias correspondientes al no cumplir con las reglas.
Corregir sin lastimar.
Cuando cometen una falta preguntarles primero: ¿qué pasó?, invitar a nuestros hijos a reflexionar; si faltaron a una regla, que entiendan ¿por qué lo hicieron?, que asuman cuál es la consecuencia que les corresponde, de acuerdo con las reglas y consecuencias acordadas con anterioridad.
Evitar ser muy exigentes. En muchas ocasiones los niños y niñas simplemente no tienen edad o madurez para hacer lo que les pedimos.
Cuando nos equivocamos; pedirles perdón, eso hace que los niños y niñas reconozcan que el adulto es una persona que merece respeto porque es capaz de reconocer sus errores.
Comunicación clara, directa, asertiva.
Ser amorosos con nuestros hijos, expresarles cariño mejora la relación y facilita el diálogo. Usar el elogio por lo bueno que hacen, cuando se sienten felicitados buscan mejorar su comportamiento.
Busca tener siempre empatía con los pequeños: entender y conectar con las necesidades del otro, ponernos en sus zapatos.
Amor incondicional.
Amar a nuestros hijos, a pesar de los errores, tal y como son. Analiza cuáles son tus expectativas como papá o mamá, ama y acepta a tu hijo a pesar de que no cumpla con tus expectativas.
Respetar las necesidades de cada uno, de los padres y de los hijos.
Los mejores padres son aquellos que logran conocerse así mismos, respetarse, conectando luego con sus hijos, con sus necesidades, guiándolos y acompañándoles en su proceso de autonomía.